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Criminal, de Ed Brubaker y Sean Philips



Aprovechando el #noirvember iba a escribiros una reseña de Criminal (os prometo otra esta semana), uno de los cómics negros de mis amados Ed Brubaker y Sean Philips, pero acabo de ver que ya lo había hecho Frank Miller, y joder, no sólo me ha leído la mente, sino que es el puñetero Frank Miller, así que tenéis que leerla:


“Siempre ocurre lo mismo, Ed.

De veras, es la misma historia de siempre.

Me enseñas un ejemplar de tu última creación, y yo lo amontono en la descomunal pila de “obras de lectura inminente”, algunas cuales llevan juntando polvo desde la presidencia de Gerald Ford, antes de seguir con mis propios quehaceres…

…los cuales incluyen un plazo de entrega realmente apretado cuando nos referimos a un trabajo de naturaleza artística. Y yo acometo el mío con el entusiasmo de siempre, o sea, deambulo por casa en busca de cualquier cosa para leer y le hecho un vistazo a la “pila de obras de lectura inminente”. Alargo la mano y se me cae una copia de la carta a Herodoto, gracias o lo cual descubro la portada de tu novela gráfica y me digo que la lectura de diez paginillas de Brubaker no van a aplazar mi tarea más de digamos…bueno, diez páginas.

Me basta ese número de páginas para darme cuenta de que el dibujo no es ninguna mierda. Queda claro desde el principio que ese fulano, Sean, tiene buena mano para ilustración, ya lo creo, pero eso no es suficiente para que sea un cómic de calidad. El texto y la imagen han de colaborar con la armonía de los amantes, obedeciendo cada uno un mismo propósito y siendo muy conscientes de la intención del otro. La forma en que sean representa a las personas cuando reciben un disparo está bien recreada. Cuando te atizan un puñetazo te pegan un tiro, lo suyo no es que des un brinco de 5 m, lo más probable es que te caigas de culo.




La rejilla invariable de tres tiras de viñetas nos sumerge y atrapa en el ambiente claustrofóbico y existencial del héroe. Produce un efecto asqueroso. Igualito que tú, Ed.

Bueno, no hay duda de que la cosa funciona, así que sigo leyendo.

A continuación empieza a desenredarse la madeja del argumento y la historia del atraco se convierte en un estudio de personajes y resulta que el tipo duro es mucho más que eso punto se trata de un relato intenso e inteligente cuyos capítulos pasan en un pispás.

La historia me recuerda a una partida de póker en el momento del reparto de los naipes. Todos los personajes son los gilipollas, pero me interesan sus historias, incluso la del peor de ellos.





Estoy convencido de que el prota la va a pifiar tras haber leído dos tercios del cómic, pero necesito terminarlo para ver si la pifia o no en el desenlace, y sí, acaba todo manga por hombro y el tipo duro la caga, pero al menos echa un polvo y tú te las arreglas para que el desenlace parezca una chapuza y que se note que el tipo la pifia.

Voy a tener que trabajar hasta la madrugada sin pegar ojo, pero mira, por lo menos he leído una narración policíaca de puta madre.




No hay mucha gente capaz de entender cuál es el fondo de este tipo de historias. Se ve en las primeras películas de Batman y en casi todos los largometrajes de género negro desde que empezaron a firmarlos en color, porque los ruedan de una forma oscura, incluso turbia, pero a nadie se le ocurre caer en la cuenta de que toda buena historia policíaca expone, libera y saborea es la esencia de la oscuridad interior.

Tu obra da en el clavo y es estupendamente implacable. Lo mejor de todo es que ni ridiculiza lo que es ni se disculpa por serlo.

Algún día voy a tener que escribirte una introducción.


Frank Miller, 2007 (Introducción de Criminal).



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